jueves, 26 de abril de 2012

Luck is an attitude

Afortunado en el juego desafortunado en el amor. ¿Quién no ha oído eso nunca?
La suerte no está escrita, no aparece, no es casual ni oportuna. La suerte está ahí, pero tenemos que saber cazarla.
Si a esa chica del metro se le ha caído el pañuelo, no sólo se lo devuelvas. Devuélveselo, sonríe, pregúntale su nombre y, por qué no, invítala a un café. Si ese chico que tanto te gusta se está tomando una copa a tu lado en la barra, no sólo le mires con disimulo. Entabla una conversación, ríete, ofrécele una segunda copa y brinda.
La suerte la tenemos al alcance de nuestras manos, sólo tenemos que saber jugar nuestras cartas y lanzarnos a la piscina.



Porque la suerte es una actitud.





Blanca PeGarri

miércoles, 18 de abril de 2012

Try it, try it again

Por más que él lo intente no lo va a conseguir. Él siempre se da cuenta tarde, el recuerdo supera al olvido al que abraza tan fuertemente. Pero a ella le gusta ver que insiste, aunque a trompicones y a destiempo, aunque entre una vez y la siguiente pasen meses. Le gusta sentirse deseada, le gusta pensar que por lo menos para alguien es la mejor, que él lucha por tenerla. Y le gusta ver hasta qué punto puede llegar a arrastrarse por ella, cómo pierde la dignidad e incluso los papeles. Y le gusta rechazarlo para comprobar que también tiene sentimientos, ve cómo se rompe, cómo finge mantener el tipo, cómo se enfurece, cómo persevera...




Puede parecer cruel. Ellas son crueles. Víboras. Locas. Vengativas. Pero no es cruel. Simplemente le da a probar de su propia medicina porque, en el fondo, hay un cariño innegable, una pizca de (com)pasión y unas gotitas de piedad irresistibles.
Y entonces todo se convierte en un perfecto caos.





Blanca PeGarri

martes, 10 de abril de 2012

missing

¿Por qué echamos de menos?

Cuando estás acostumbrado a hablar con alguien casi cada día o a estar con esa persona y de repente, sea por el motivo que sea ya no tienes esa compañía, echas de menos.
Cuando has pasado un tiempo, tal vez solamente unos días, con alguien que te hace sentir bien y esos días terminan, echas de menos.
Cuando hace mucho que no ves a alguien que te importa, echas de menos.
Cuando discutes con una persona importante y dejáis de hablaros, echas de menos.
Cuando alguien a quien quieres se va lejos, echas de menos.

Hay mil razones por las que echamos de menos a las personas. Es un sentimiento casi odioso, el deseo de estar junto a alguien y no poder tocar sus manos, ni sentir cómo respira, ni oír su voz... A veces incluso nos sentimos inmensamente orgullosos en el momento en que empezamos a echar de más lo que un día echamos de menos. Pero, por muy odioso y desesperante que sea, ¿es malo echar de menos a alguien? No.
Cualquier persona que añora a otra es porque la quiere, es alguien importante en su vida, le hace sonreír. Quien echa de menos es porque conoce estos sentimientos, conoce el amor, la amistad, el cariño, sabe lo que es reírse con alguien, sentirse bien en compañía de otro y ser feliz, y quien conoce esto es afortunado, porque vale más que todo el oro del mundo. Así que, gente que echáis de menos, sonreid, no olvidéis mostrar vuestra sonrisa por echar de menos la de alguien.


Echar de menos no es una desgracia, es una suerte. Y por suerte o por desgracia, todos echamos de menos a alguien.






Blanca PeGarri

miércoles, 4 de abril de 2012

pequeña descripción, unas horas antes

Unas horas antes de irse de ese piso de mala muerte. Sólo se va por dos semanas, luego volverá, pero es suficiente con tal de perderlo de vista un tiempo.
La situación es la siguiente: ventana cerrada, escritorio lleno de papeles y una bolsa, silla con ropa colgada, colchón en el suelo con más ropa amontonada, un bolso y unos cojines, maleta en el suelo, abierta y para hacer, mesita de noche con cremas, una bolsa de palomitas, llaves, horquillas, plato con servilleta, cuatro onzas de chocolate, llaves, anillo, botella de agua y 10 euros, calcetines sucios y zapatillas de ir por casa en el suelo, cama deshecha, un periódico por encima y con ella dentro, que tiene el ordenador sobre sus piernas y el móvil al lado.

Cree que tiene que recoger todo ese desorden. Se va dentro de 3 horas y media y ahí está, tan tranquila. Pero hay algo que puede con ella, más fuerte que la voluntad de irse: tal vez sea el sueño, el cansancio, o simplemente que echa de menos a alguien.
"Al fin y al cabo, esté aquí o allí, seguiré echando de menos", se dice. Tiene razón.
Manos a la obra.









Blanca PeGarri