Me voy a comer tu sonrisa de caradura, tus gestos y palabras
de ternura, tus excusas y tu encanto personal. Lo voy a tomar con sal y
pimienta a ver si así experimentas un desgarro en tu piel, como desgarraste mi
corazón antes de ayer. Tengo sed de vivir una historia que no tenga fin, él, que
me susurra al oído, que en la espalda me da caricias que no tienen precio
y que mi sonrisa es un premio por el que luchar.
Y que cada vez que dibuje un corazón con mis dedos sea con
las letras de su nombre y me mate a besos y me muerda los versos que canto por él.
Y me comeré todos tus defectos con sacarina, para que no engorde la
ira y te diré con media sonrisa que el que me coma a mí no serás tú, será él
rozando sus manos con mi pelo junto al mar, cómo no, azul.
Blanca PeGarri