miércoles, 16 de diciembre de 2020

Me he vuelto bruma

Te he echado tanto de menos

que me echo de menos a mí.

¿Dónde he estado todo este tiempo

en que he ido detrás de tu recuerdo,

en que me he ido

y no he vuelto

o no he sabido

cómo demonios volver a mí?


He estado tan cegada en tu sombra

que he alumbrado de bruma mi luz,

tan obstinada en la memoria

que ya no veo en el reflejo de mis ojos

más que la cruz

en la que yo te convertí.


Añoro una sonrisa 

sin tu nombre subtitulado debajo

y mis ojeras de una noche entre libros

y no de pasarla hablándoles de ti a mi gato

y a mi almohada húmeda.


Echo de menos 

mi mano escribiendo versos 

de amor propio y de flores que brotan

y en cambio todos empiezan con tu inicial,

y las demás letras se diluyen y se esfuman, 

disléxicas,

hasta que tu nombre se vuelve a recitar

como el del subtítulo bajo mis labios,

ese que se transcribe 

cada vez que asoma una sonrisa,

esa que asoma

cada vez que veo en mis ojos la cruz,

esa que veo

cada vez que me quedo ciega en tu sombra,

esa que ciega el camino de vuelta

a mí misma.


Me pierdo.


Y es que te he echado tanto de menos

que ahora echo de menos todo de mí.


Blanca PeGarri


lunes, 14 de diciembre de 2020

Fotograma

Estoy tan quieta.

Tan quieta.

Tan quieta que parezco un recuerdo inmutable.

Estoy quieta 

y todo lo que no soy yo es una carrera.

Que quiero hacer tantas cosas

que ya no sé por dónde empezar,

si por salir corriendo y gritar

y lanzar mis vísceras al océano

en forma de himno de liberación desafinado, 

o por mirarme las manos 

ensangrentadas

de cada error que he asesinado 

con cuchillos de acero

antes de aprender que ocurrieron 

para algo

y que sin ellos, no existiría

nada.

Estoy tan quieta.

Tan quieta.

Tan quieta que parezco un sólo fotograma de una película,

el que cuando se prende 

lo convierte todo en incendio.


Blanca PeGarri


viernes, 4 de diciembre de 2020

Los cubitos de hielo

Tienes un buenos días pegado en la mejilla.

Yo lo admiro mientras duermes y te lo quiero quitar con un beso,

pero no quiero despertarte.

Le cuento a tu gato que me quedaría horas mirándote dormir y creo que me ha entendido,

espero que te lo cuente cuando me vaya para que entiendas lo especial que eres.

Das una respiración profunda y perezosa, puede que haya pensado muy alto y te haya despertado.

La persiana dibuja rayas de sol en tu pared

y cierras los ojos igual de rápido que los habías abierto porque la luz te recuerda que ya se ha terminado la noche

y tú sólo quieres que sea domingo

y seguir durmiendo.

Te doy los buenos días con ese beso en la mejilla que te había prometido en silencio

y para mí.

Y tú sólo sonríes, giras tu cuerpo hacia el mío

y me abrazas por la cintura para quedarnos así otra eternidad, yo oliendo tu pelo, tú escuchando mi latido.

Y yo sólo quiero que sea domingo

y que la mañana haga con nosotros lo que el calor del sol hace con dos cubitos de hielo.


Blanca PeGarri

martes, 1 de diciembre de 2020

Diciembre

Hoy ya es diciembre y a mí me parece que el tiempo se me ha resbalado de las manos y aún tengo mi habitación llena de trastos de por miedo. Todavía no he recogido, ni he terminado de limpiar los rincones, porque me dejé la escoba apoyada en la pared para acurrucarme en la cama cerrando bien fuerte los ojos. Ni siquiera me tumbo, sólo me quedo ahí, apretando mi pecho contra las rodillas y los ojos contra la realidad.

Hoy ya es diciembre y me queda tanto por hacer, como si los días, las semanas y los meses se me hubiesen escapado de entre los dedos y yo me hubiese quedado quieta sin hacer nada por evitarlo.

Fuera cae la noche, pero no hace frío. Parece que el invierno se está esperando a que salga yo para llegar y llenarme de nieve y hielo las pestañas. O tal vez para darle una última oportunidad a este año que he agotado sin darme cuenta.

Echo la vista atrás y hacia dentro y veo evolución. No he estado quieta, pienso. Pero la sensación es esa. 


Hoy ya es diciembre y todavía faltan rincones por barrer.


Blanca PeGarri