jueves, 25 de octubre de 2012

Fácil felicidad.

Son esos pequeños detalles los que te hacen seguir día a día, los que te hacen tener un motivo por el que levantarte por las mañanas y saber que eres feliz.
Son pequeñas cosas, movimientos insignificantes, a veces casi imperceptibles, las que nos regalan esa porción de felicidad diaria casi sin que nos podamos dar cuenta. A veces es sólo un gesto, una mirada o una simple palabra. Eso puede cambiarlo todo en tu día. Puedes pasar del cielo más lluvioso al sol más radiante, de la hierba más seca al césped más verde.
Piensa en la tontería más grande del mundo. ¿Ya la tienes? Bien. Esa persona te hará reír con ella. Esa es la persona que te completa, que te hace sentir bien incluso cuando el día no puede ir a peor, la que sabe hacerte sonreír con una sola caricia y conoce tu sonrisa de cuando estás triste e intentas disimular. Es quien conoce el significado de cada gesto de tu cuerpo, de cada mueca de tu cara, quien conoce todos y cada uno de tus defectos y piensa que son virtudes que te hacen alguien único. Hace que las complicaciones se esfumen, que todo parezca más sencillo que nunca, porque todo se resume a un tú y yo. Es quien hace que el tópico "el amor es sufrimiento" se rompa. Es quien hace que el amor sea lo más fácil del mundo.


Si te sigue haciendo sonreír, si consigue hacer que te lo pases bien a su lado, si una caricia suya te pone la piel de gallina, si su voz al otro lado del teléfono hace que sientas esa sensación en el estómago, si echas de menos estar a su lado, si un abrazo suyo no lo cambiarías por nada o si sigues pensando que es tan especial como al principio, es la persona.

Porque el amor nunca había sido tan fácil.








Blanca PeGarri