viernes, 30 de octubre de 2020

El bozal

He estado calculando las palabras

que aún me quedan por lanzar al mar.

Son tantas, que si las ato unas a otras

puedo llegar al océano

como quien escapa por una ventana.

Abro la boca e intento contarlas, una a una,

dos, tres…

pero en vez de mi eco

el mar sólo me devuelve su vaivén de olas

en su compás perfecto

y siento que se burla triste.

De mi garganta no sale nada

y todo se queda atado 

en mi cabeza

en mi pecho apretando

y empiezan a formarse niebla en mis ojos

y nudos en mi lengua

que no me dejan lanzar nada

a ningún mar.

Y me quedo quieta, inerte, 

viendo cómo las olas vienen y van,

cómo el mundo sigue su curso

y yo no,

yo estoy quieta

y todo sigue anudado

y quiero desnudarme,

desatarme

y gritar

y poder salir de este embrollo en el que yo sola me he metido

y que a veces, cuando no me apetece ser valiente, 

llamo en voz baja, poco convincente, 

hogar.


Blanca PeGarri

domingo, 25 de octubre de 2020

Estamos hechos de instantes

Sí, estamos hechos de instantes.

También estamos hechos de un montón de cosas: carne, huesos, células y neuronas que corretean por ahí... Sí. Pero además de cuerpo somos alma. El cuerpo es solamente su casa (¿te parece poco?).

Estamos hechos de instantes.

Somos suma de momentos y de historias. Somos segundos de nuestro reloj inventado unidos en infinito, trozos de vida pegados en el tejido de nuestra piel y de nuestra alma, como retales de un traje a medio coser. El cóctel de las risas y las lágrimas, de los momentos que sí y de los que no, de cada persona que nos ha rozado, da igual si un rato o mucho tiempo o si aún nos abraza.

Estamos hechos de tantas cosas pequeñas que me pierdo al intentar recopilarlas... Pero al final resulta que somos y ya está. Ahora mismo estamos siendo. Y ya.

No hay más vuelta de hoja:


Ahora

estamos

siendo.


Blanca PeGarri

El verano

El verano no se irá

si te quedas contigo.

Me gusta ver los estados de ánimo como las estaciones del año. Los sentimientos que genera un abrazo, por ejemplo, dan calidez, como ese calor que se nota cuando el sol acaricia los brazos, y convierte a las personas que nos quieren en veranos eternos. Para mí el verano es sol, agua, cerveza fría con amigos, fruta jugosa y buena música. Imaginaos las personas que son todo eso. 

Pero no podemos esperar a que alguien nos abrace para poder sentir la calidez del sol en nuestra alma, qué responsabilidad tan grande e injusta sería esa. Lo que sí podemos hacer es abrazarnos a nosotros mismos, nuestras penas, nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestros días de mierda. Abrazar nuestra alma como cuando te acuestas en una cama con sábanas limpias y te acoge suave. 

Y aspiras el aroma a hogar. 

Y amas ese momento de sol, de agua, de cerveza fresquita, de albaricoques y de música dentro de ti.

Y el otoño no habita al alma (aunque es un poco necesario, pero de eso ya hablaremos).


Blanca PeGarri

sábado, 24 de octubre de 2020

Nos estamos perdiendo la vida

Este verano, casi al final, me hice una foto para subirla a las redes. Me había comido un polo de horchata justo antes y estaba muy feliz. Tuve que hacerlo rápido, eso sí, porque se derretía por el calor. 

Pasó lo mismo con el verano, que casi sin darme cuenta se había derretido también y se me había escurrido por las manos, dejándolas un poco pegajosas de agua, de sol, de hierba, de melocotones, de mar y de cervezas con amigos.


Eso del tiempo es relativo: a veces, la vida parece que pasa muy rápido y sus momentos (que al final es lo que es la vida) se derriten delante de nuestros ojos cuando ya es tarde para disfrutarlos y sólo queda ese recuerdo pegajoso de polo de horchata de "ojalá hubiese durado más para haberlo podido saborear al máximo"; en realidad es una forma de excusarnos a nosotros mismos por lo absurdo de la estupidez humana.

Los momentos duran lo que tienen que durar porque, como todo en esta vida y por mucho que nos pese a las personas, que a veces nos creemos inmortales, no son eternos, y nos los perdemos pensando en cosas que no existen todavía. Nos estamos perdiendo la vida. 

Coge tu polo, elige el sabor que tú quieras, el que más te apetezca ahora, y disfrútalo, porque te adelanto que se va a acabar deshaciendo en tus propias manos si no lo haces. Y eso sí que sería absurdo.


Blanca PeGarri

viernes, 23 de octubre de 2020

Una lista de cosas bonitas

Quería hacer una lista de cosas que me parecen bonitas,

cosas pequeñas o grandes,

sin orden,

sin ton ni son,

sólo cosas bonitas.


Y me sale la risa de un niño,

el vaivén de las olas,

la nariz de un gato,

una nota afinada,

una gota de agua cayendo por el cristal,

los reflejos del sol en una melena,

las iridiscencias que se dibujan en el suelo tras una ventana, 

la luz previa al atardecer,

lo impredecible de la acuarela,

un mechón rizado,

los dedos de un bebé,

el rocío en las hojas verdes,

los susurros,

la música,

los hoyuelos en las mejillas,

el color azul,

coger fruta directamente del árbol y comértela,

cuando dos personas se miran y no hace falta que digan nada más,

las noches de verano,

una carcajada,

caminar descalza sobre la arena,

caminar descalza sobre la hierba,

una estrella fugaz,

la piel erizada de una espalda,

cuando resbala la gota por un vaso de cerveza muy fría,

dos manos que se entrelazan, así, sin querer,

el brillo en los ojos de alguien.


Pero lo primero que me ha salido al pensar en cosas bonitas era

la arruga junto a tus ojos al sonreír,

la línea de tu nariz,

tus dedos acariciando mi espalda,

tu alma,

tu risa,

la curva de tu cuello,

lo suave de tus abrazos,

tu mirada de amor

y una larga lista de cosas tuyas.


Blanca PeGarri


Horizonte eres tú

Te crees, en el horizonte, punto lejano

pero el horizonte entero lleva tu nombre escrito.

Hay veces en que aparece esa voz que nos grita que no somos más que un puntito en medio de un montón de gente que brilla; tal vez pretende atormentarnos para cubrirse las espaldas cada vez que tiene miedo de algo, no sé. 

Pero no pasa nada. 

Esos son los momentos en que tenemos que mirarnos al espejo y mandarla a la mierda para darnos cuenta de que sí, que esa luz es nuestra y sí, somos todo lo eternos que queramos ser. Que esa voz, al final y desde el principio, somos nosotros poniéndonos excusas para no hacer, para no ser, para no... 

A mí me encanta ser y me encanta ver mi luz brillar, aunque a veces sea flojito. También me gusta cuando la gente ve brillar su luz, sobre todo cuando empiezan a hacerlo, porque disfrutan y yo con ellos, y disfrutar es una de las cosas más maravillosas que alguien puede hacer en la vida. 

Siempre habrá alguien que nos mire como si fuéramos su horizonte. Seamos horizonte para nosotros también.


Blanca PeGarri