jueves, 23 de enero de 2014

La historia interminable

Echando la vista atrás, veía a una niña pequeña rodeada de montañas de libros. Libros de todos los tamaños y colores, cuentos, relatos y novelas infantiles. Una niña que, desde antes que pudiera recordar, ya andaba con un libro en su regazo. Le gustaba leer en su escritorio, en la cama antes de acostarse, incluso en el suelo de su habitación. Le gustaba repantingarse en el sofá, primero apoyada sobre su lado izquierdo, luego sobre el derecho, después bien sentada y también boca abajo con las piernas apoyadas sobre el respaldo. Incluso le gustaba leer sus propias historias, que inventaba una y otra vez tras sus largas tardes de lectura.
 La pequeña fue creciendo. En su adolescencia, cuando todos preferían ir al cine o jugar con la Playstation, ella era feliz cuando le regalaban un libro por su cumpleaños. Había leído decenas de libros a lo largo de su corta vida. Cuando leía sentía que el mundo se detenía durante un rato, que nada más importaba. Los problemas y las preocupaciones se esfumaban, dejando paso a un mundo paralelo, donde los problemas y las preocupaciones de sus protagonistas se sentían como propios, al igual que las aventuras, las risas y los planes. Mientras devoraba las páginas se sumergía en lugares insólitos y en vidas ajenas y sentía que podía salvar el mundo. Dentro de su burbuja, cualquier cosa que pasara a su alrededor parecía estar en un segundo plano, nada era tan importante.
Una tarde de verano como otro cualquiera, abrasada por el calor y sin saber qué hacer para matar el tiempo, empezó a rebuscar entre los libros que había almacenados en aquel viejo mueble, algunos de ellos llenos de polvo debido a su abandono. Pensó que debía de hacer mucho tiempo que alguien los leyó y los dejó de nuevo en su sitio, olvidados. Una de las encuadernaciones le llamó la atención: se mirase por donde se mirase, el libro parecía empezar. El título rezaba:
La historia interminable
Hojeó con interés y entonces se extrañó aún más. Estaba escrito con tinta de dos colores diferentes y se fijó en que cada capítulo empezaba con una letra del alfabeto, siempre en orden, con una caligrafía realmente curiosa y bella. Desde luego, era algo que ella habría hecho. Desde ese mismo instante, decidió empezar a leer esa novela. 
Las palabras pasaban rápidamente y con ellas las páginas, que parecían correr en los dedos de la chiquilla. Cuanto más leía, más quería leer. Cuanto más leía, más cercana a Bastián se sentía. cuanto más leía, más suya hacía la historia. 

Realmente fue un libro que la marcó. Dejó una huella difícilmente borrable por otros libros. De hecho, hasta la fecha ninguna otra novela había causado en ella el efecto que La historia interminable había conseguido crear. 
Ahora que era lo que se podía considerar como mayor, o casi adulta (prefería no ser adulta del todo, los adultos son aburridos y faltos de imaginación y ella se negaba en redondo a caer en ese pozo sin salida), se daba cuenta del gran sentido de esa novela y por qué para ella en particular había significado tanto. Como ella siempre había pensado, la imaginación se estaba esfumando del mundo. Los adultos tenían, al parecer, mejores cosas en las que pensar. Y los niños cada vez se preocupaban más por imitar a los mayores... Gracias a Dios, la imaginación les acompañaba siempre, pero parecía que perdía fuerza según iban creciendo. Fantasía era aquel lugar, donde cada persona deposita su granito de arena, sus sueños. Todos tenemos un Atreyu y de cada uno de nosotros podría haber nacido una Vetusta Morla o un Goab, un desierto de colores. 
Y se estaba perdiendo. Esa era nuestra cruda realidad. 
Y ella estaba dispuesta a luchar contra el fin de Fantasía y de la Hija de la Luna. Ella que creía fervientemente en la esencia del Áuryn:
 "Libros de Ocasión"
E sta era la inscripción que había en la puerta de cristal de una tiendecita, pero naturalmente sólo se veía así cuando se miraba a la calle, a través del cristal, desde el interior en penumbra.



"- Fantasía no tiene límites...
- Eso no es cierto, ¡mientes!
- Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía...
- ¿Y por qué está muriendo entonces...?
- Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte.
- ¿Qué es la Nada?
- Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
- ¿Por qué?
- Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder."



Especialmente, para quien haya leído La historia interminable y haya disfrutado con ella. 
Las palabras nos hacen creer que volamos, la imaginación nos hace volar.


Blanca PeGarri