lunes, 10 de abril de 2017

Maravillosas diferencias compartidas

Tengo amigos del Norte, del Sur, del Este y del Oeste. Tengo amigos blancos, negros y amarillos. Tengo amigos que creen en religiones diferentes. Otros, no creen en nada más que en lo que pueden ver y tocar. Tengo amigos con diferentes ideas políticas, visión, costumbres y valores. Tengo amigos de ojos grandes y azules, y otros con los ojos rasgados y oscuros. Tengo amigos que han visto mundo, algunos de ellos han vivido ya mucho más de lo que yo viviré jamás, y otros que nunca han salido de su zona de comfort. Amigos con trabajos de ensueño, amigos que se parten la espalda por un sueldo decente, amigos que no llegan. Amigos que estudian con la esperanza de cambiar el mundo, sus vidas, las vidas delos que quieren. Tengo amigos que hablan distintas lenguas. Amigos a los que les gusta gente del sexo opuesto y otros a los que les gusta la gente de su mismo sexo. A otros simplemente les gustan las personas. Amigos que abrazan para saludar, amigos que besan, amigos que dan la mano, amigos que se conforman con un "hola" y una sonrisa. Amigos que socializan y se reúnen alrededor de la mesa, comen, cantan, charlan. Amigos que prefieren tomar un té caliente en el sofá con una conversación tranquila e íntima. Amigos que esconden sus emociones, otros que las expresan con una simple mirada. 
Y todos te abren los brazos y las puertas. Ninguno te juzga por tu color, país, creencias o costumbres. Ninguno juzga que hables casi a gritos o que les plantes un pedazo de beso en la mejilla y un abrazo cuando les ves. Lo atribuyen a tu ser, a tu persona. Y les fascina. Y a mí me fascina cada una de sus peculiaridades también. No las puedo juzgar, sólo aprender de ellas, que te abren los ojos, la mente y el corazón.


Y esto te hace pensar: somos sólo un puñado de personas en un planeta, un hogar común, como una enorme familia llena de individuos con pequeñas diferencias maravillosas que nos enriquecen, a pesar de las cuales seguimos siendo todos iguales. ¿Cómo podríamos no serlo si compartimos el mismo cielo, si miramos las mismas estrellas?





Blanca PeGarri.

miércoles, 5 de abril de 2017

"Infrativación"

Encontrar en la infravaloración la motivación para continuar, arriesgarse y ganar.

Eso es lo que he perseguido durante años, concretamente, desde que tenía 16. Recuerdo el momento exacto:"No vas a poder sacártelo" me dijo una mujer odiosa, de lengua viperina y vida dedicada al cotilleo, con una risita llena de sorna, saboreando con placer cada una de sus palabras a medida que salían de su boca. En ese justo momento, la rabia y el odio hacia ese tipo de ser tóxico, hizo brotar en mí lo que he llamado el efecto "te lo vas a comer con patatas". Y me puse las pilas. Y demostré lo que valía. No por ella, ni por nadie. Por mí (y por mis padres, todo sea dicho: hay que devolverles en forma de alegrías todo lo que nos han dado). No quería que la opinión de una persona, y menos de una como ella, influenciase de manera negativa en mi ánimo y mi autoestima. Ocho años después, se habrá empachado de patatas la mujer.


El hecho es, repito, encontrar en la infravaloración la motivación para continuar. Que alguien te diga "no puedes" y poder. Que alguien no te lo diga con palabras, pero lo haga con la mirada, y demostrarle que se equivoca. Que alguien se autoconvenza de que no eres para tanto y te lo haga saber en pequeñas dosis, con comentarios, miradas y reacciones aparentemente inofensivos pero que esconden un gran significado: alguien que, una vez lo estás consiguiendo, le quite importancia ("los demás también lo hacen", "no es para tanto", "es normal", "te ayudan mucho, ¿no?" y otras gilipolleces, como si creyeran que tu éxito fuese a menguar el suyo) y poder seguir trabajando para mañana poder decirle: "sí, amigo, ahí lo tienes".


Y a veces será por envidia, otras por ignorancia o no saber mirar más allá de sus narices, u otras simplemente por aburrimiento, pero el caso es que en el fondo nos duele. ¡Claro! Al final, somos personas, tenemos sentimientos, y vivimos en una sociedad en la que buscamos la aprobación del prójimo. Entonces, utilicemos ese dolor para mejorar, esa rabia para escalar, ese bajón para subir a lo más alto y, no sólo conseguir lo que nos proponemos, sino llegar un paso más lejos.

Porque la opinión de los demás no deja de ser dos cosas: una opinión (que tiene la misma validez que cualquier otra), y de los demás (¡ni siquiera te incumbe!). Así que abre la mente, esfuérzate en lo que tú quieres, y cierra bocas. Porque, consigas o no tu objetivo, seguirás siendo un ganador por haber luchado, llevándote todo lo que has aprendido por el camino, que no todo el mundo puede decir lo mismo.





BlancaPeGarri


P.D.: me he emocionado con los GIFs, lo sé... pero la ocasión lo merecía.