La suerte no está escrita, no aparece, no es casual ni oportuna. La suerte está ahí, pero tenemos que saber cazarla.
Si a esa chica del metro se le ha caído el pañuelo, no sólo se lo devuelvas. Devuélveselo, sonríe, pregúntale su nombre y, por qué no, invítala a un café. Si ese chico que tanto te gusta se está tomando una copa a tu lado en la barra, no sólo le mires con disimulo. Entabla una conversación, ríete, ofrécele una segunda copa y brinda.
La suerte la tenemos al alcance de nuestras manos, sólo tenemos que saber jugar nuestras cartas y lanzarnos a la piscina.
Porque la suerte es una actitud.
Blanca PeGarri
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