- Siento
desilusionarte, pero el destino no existe. Todos esos cuentos que dicen que
todo es cosa del destino no son más que patrañas. No hay nada escrito. No hay
nada, ni nadie, que al principio de los tiempos, cuando no había siquiera una
pequeña célula que pudiese creer en Dios, cogiese un libro gigante e imaginario
y se pusiese a escribir la vida de millones y millones de personas: infancias
felices o desgraciadas, juventudes llenas de amor y desamor clamando a este
destino, madurez de algunos, vejez de menos, alegrías, desdichas, encontronazos
y catástrofes. Todo eso se salta por completo cualquier lógica. Y no es que yo
no sea un soñador, bien sabes que soy el primero que persigue sus sueños y que
vive con ilusión. Pero precisamente es por esto porque lo hago: ¿de qué me
serviría a mí luchar por mis sueños si todo ya estuviera escrito? ¿Es que acaso
no triunfaría si debiese hacerlo o fracasaría si así lo indicara mi destino?
Entonces, de qué serviría el esfuerzo. O la ilusión. Lo que le pasa a la humanidad
es que es una cobarde. Todos somos unos cobardes y nos empeñamos en echar las
culpas a un tal Destino, diciendo que si algo ha pasado es por su causa, porque
ya lo escribió él, como un profeta que salva almas perdidas que no son lo
suficientemente valientes para admitir que fallaron, que se equivocaron o que
simplemente no salió bien. Lo mismo ocurre al revés, cuando ese destino pone a
alguien en tu camino. Porque pensar que te cruzaste a esa muchacha por
casualidad, eso sí que es una auténtica locura, ¿no? – añadió en tono irónico.
>>
Lo que ocurre, amigo, es que somos dueños de nuestros actos. Y las cosas
suceden según nuestro modo de actuar y según las decisiones que tomamos. No hay
fuerza superior que nos empuje a tomar unas decisiones u otras, más que nuestra
cabeza y, en mayor medida, nuestro corazón. Y si en vez de escoger el camino de
la derecha, giramos la esquina de la izquierda, puede que te encuentres al amor
de tu vida, o que ese amor haya tomado el camino de la derecha y no lo llegues
a conocer jamás. Puede que encuentres a otro amor, o tal vez a unas pocas citas
de copas y bailes. También puede que te caiga una maceta a la cabeza – el
muchacho hizo una mueca –, nunca lo sabrás hasta que no tomes tus propias
decisiones y aparques el error de culpar o premiar al dichoso destino. Nosotros
forjamos nuestro sino. Porque al final del camino, cuando no te quede más que
un suspiro para dejar esta vida, el conjunto de tus decisiones y las de los
demás será lo que haya marcado tu día a día y lo que haya hecho que tu vida sea
de una manera y no de otra. ¿Que podría haber sido mejor? Sí. ¿Peor? También.
¿Igual? Jamás. Y esa es la magia de no creer en el destino: todo, absolutamente
todo lo que has vivido es tuyo. Completa y enteramente tuyo. No hay nada más
maravilloso que cerrar los ojos por última vez y estar seguro de que fuiste el
dueño de tu vida.
- Blanca PeGarri -
Fragmento de El circo del diablo, por Blanca Pereda Garrido.
"No hay nada más maravilloso que cerrar los ojos por última vez y estar seguro de que fuiste el dueño de tu vida."
ResponderEliminarEl texto entero me ha tocado de manera especial, quizá porque yo soy de esas a las que les gusta creer en el destino (aunque más en la causalidad de las cosas, últimamente). Te he encontrado por casualidad (o no... ) y me gusta mucho lo que veo por aquí, así que me seguiré pasando.
Por aquí dejo mi blog: http://entreconjeturasyteoremas.blogspot.com.es/
y mi recién estrenada página de facebook: https://www.facebook.com/entreconjeturasyteoremas/
por si te apetece pasarte :).
¡Nos leemos!
¡Muchas gracias por pasarte! Me acabo de pasar por tu blog y también me gusta, así que seguiremos leyéndonos.
EliminarTe paso también el enlace de mi página de facebok (ya le di a like a la tuya), por si quieres pasarte también. https://www.facebook.com/bailandoconideas/?fref=ts
¡Nos leemos! :)