martes, 13 de mayo de 2014

Pequeño ukelele amarillo mostaza

Tumbada sobre la hierba, de un verde intenso que brillaba bajo el sol cálido, punteaba distraída las cuerdas de su pequeño ukelele amarillo mostaza. Olía a primavera y por el cielo volaban pequeñas bolas blancas que caían de los chopos, queriendo imitar a la nieve. El sol bañaba su cara pecosa y lamía la piel de sus brazos desnudos.
Sonaba una melodía lenta pero alegre, mientras, con los ojos cerrados, tarareaba algo. Se sentía afortunada. Todo lo que la rodeaba parecía perfecto. El campo, el cielo, el silencio roto solamente por las cuerdas del pequeño ukelele amarillo mostaza. La vida. Era afortunada y era feliz.

Pensando en su vida y cómo había cambiado en los últimos tiempos se le dibujó una amplia sonrisa, sin poder contener una suave risita que se escapó volando entre sus dientes. Nunca habría imaginado que sería así, tampoco había soñado con sentirse de esa manera, ni si quiera con algo parecido. Se sentía tan feliz, tan llena de energía, con un futuro incierto pero apasionante, lleno de ilusiones y proyectos...
Una nube intrusa tapó el sol. Entonces pensó en el pasado y por un instante sintió melancolía. Su música dejó de sonar. ¿Qué habría pasado si...? ¿Cómo sería ahora su vida? ¿Le habría esperado algo mejor?Enseguida, la pequeña nube viajera continuó su camino y fue dando paso, de nuevo, al sol redondo y brillante.
Rió por lo bajo negando con la cabeza. Volvió a colocar sus finos dedos sobre las cuerdas del pequeño ukelele amarillo mostaza y tarareó en voz alta, mirando los ojos cerrados al sol de quien se tumbaba a su lado. No, nada habría sido mejor que ese momento. Y esta vez, más segura que nunca, supo que realmente era afortunada y feliz.


"But if I try to think of something better than this, Heaven comes down and reminds the luck we live"



Blanca PeGarri

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