sábado, 2 de enero de 2021

Los abrazos robados

Nos los han quitado. Nos han robado los abrazos. 

Nos los arrebataron sin casi darnos cuenta

y nos damos cuenta de que estaban 

ahora que no nos dejan tenerlos.

Nos han vaciado los brazos

pero hemos llenado nuestros pechos

de ganas de amor,

de hermandad,

de esperanza,

de ganas de todo.

Ahora nos miramos más a los ojos

(¿alguna vez has abrazado a alguien con los ojos?)

y decimos tanto

y amamos tanto

y compartimos tanto con dos miradas que se cruzan.

Duele un poco.


Por la noche me gusta taparme con la manta hasta la barbilla

y cerrar los párpados muy fuerte 

para recrear todos los abrazos que he guardado en ellos.

A veces la garganta se queja

y se desanuda dejando al lagrimal hacer su poesía.

Y echamos de menos a los que ya no están,

a los que están, pero lejos,

a los que están cerca y no podemos apretar entre nuestros brazos.


Reprimo mis impulsos y me autoconvenzo de que ese es el mayor acto de amor

y me debo a la intensidad de mis miradas

a las que confío todas mis emociones para que las sepan repartir bien.

Hablo desde mi ventana

y cuento a quien quiera escucharme

que la vida

es maravillosa

hasta cuando parece un capítulo de una serie de ciencia ficción,

porque está llena de tanto...

Lanzo mis deseos al aire

y me olvido de viajes, trabajo y demás anhelos de suerte y me aferro a tan solo uno

tan fuerte como quien se agarra a un clavo ardiendo

o como una pulga a un perro vagabundo.

Quiero recuperar los momentos de abrazo

y yo, que creo que los deseos sólo se cumplen cuando hacemos algo por conseguirlos,

me vuelvo a volcar en mis miradas, de momento.


Blanca PeGarri

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