martes, 8 de enero de 2013

Orgullo y tiempo

A veces el orgullo nos corroe. Intentamos parecer más fuertes, no queremos mostrar debilidad. Y tal vez, esa otra persona siente y hace lo mismo. Entonces ¿qué mierdas hacemos? ¿Cuál se supone que es nuestra función en el Mundo? Nunca, y repito, nunca, sabes lo que pasará mañana. Ni siquiera sabes qué pasará en los próximos treinta segundos.
Vamos, desaprovechemos nuestras horas, no les digamos te quiero a las personas que queremos, seamos orgullosos y prepotentes, echemos de menos a alguien y no se lo digamos, sólo por ser más "fuerte" que ese alguien, finjamos indiferencia ante la indiferencia. ¡Parad ya esta farsa! Desde pequeños la sociedad, el mundo que nos rodea, las series de televisión, las películas, las novelas, nos enseñan a aparentar fortaleza, a presumir de orgullo... a mentir. Y si todos lo hacemos... si todos lo hacemos, mal vamos. Mal. Mal, porque no sabes qué pasará dentro de treinta segundos. Tal vez esa persona de la que estás enamorada se tropieza con otra de sus medias naranjas (hace falta aclarar que no existe sólo una), puede que a quien eches de menos se le ocurra dejar de pensar en ti, puede caer un meteorito y destrozar el planeta. ¿Quién sabe? Si no hablamos, nos quedamos sin decir eso que nos reconcome, nos quedamos sin saber que la otra persona te echa de menos, que te quiere. ¿Vivir siempre en una mentira? Ya nos toma bastante el pelo esa gente "importante", que la gente importante de verdad no nos lo tome, ni nosotros les mintamos tampoco. Seamos sinceros, declaremos nuestros sentimientos, pongamos el corazón en las manos.
Quizá el orgullo te hará sentir fuerte, pero no feliz.

¿Y lo peor de todo esto? Lo peor es que nadie, ni tan siquiera quien escribió esto, lo hará. Porque desde pequeños el mundo nos ha enseñado a presumir de orgullo.











Blanca PeGarri

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