miércoles, 23 de enero de 2013

Amor en blanco y negro

Las películas de amor han evolucionado a lo largo de los años. Suelen ser demasiado pastel, demasiado rosas. Obviamente, encontramos escenas románticas, pero también escenas de desamor y de perdón, otras físicas y, cada ves más, explícitas. Nos enamoramos de sus protagonistas, anhelamos encontrar un amor así, que nos regalen su dulzura cada mañana, bailar fundidos en un abrazo en el salón cada noche, a la tenue luz de las velas y con una copa de vino en la mano, que nos hagan reír con bromas inocentes, que nos den fresas con chocolate entre las sábanas.
Las películas de amor, a pesar de todo, son lo que toda chica desea.

Pero... ¿Qué ha pasado con las películas en blanco y negro? Sí, esas de amor tan bonitas. ¿Han pasado de moda? ¿Acaso lo romántico tiene fecha de caducidad? 
En ellas se nota el guión antiguo y sobre actuado, pero qué guiones, qué romanticismo. Esos son amores puros, inocentes, con comentarios ingeniosos y a veces forzados, se prometen cosas imposibles, se dicen cosas que  en la realidad no se dicen... pero se ve tan especial, tan... romántico. Tienen ese no se qué, ese encanto cautivador: el sonido de viejo, los diálogos pasados de moda...

La respuesta es no. El romanticismo no ha pasado de moda. 
Y lo más curioso es poder encontrar un atisbo científico a esto; porque el amor no se crea ni se destruye, sólo se transforma. 

¿Deseas la luna? Dime solamente una palabra, la cogeré con un lazo y te la entregaré.
































Blanca PeGarri

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