Sentir el viento en tu cuerpo, la velocidad y la adrenalina. Ese sentimiento de libertad y de peligro, vivir al límite, sin freno ni marcha atrás, tumbando en cada curva, adelantando en el último momento, zigzagueando como si fueras dueño de la carretera. Saber que cualquier momento puede ser el preciso, poner los cinco sentidos, volar.
Y aún así, sentirte más seguro que nadie.
Blanca PeGarri
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