¿Dónde estamos cuando nos perdemos?
¿Dónde estamos cuando nos perdemos? ¿Cómo damos con nosotros mismos en un mundo que no para? Paso unos días en la playa con la intención de reencontrarme con mi propia paz y con la belleza del mundo. El azul del mar en sus infinitas tonalidades, el sol brillante, el dulzor de un melocotón jugoso. Juego con la idea de idealizar una vida que he dejado abandonada mientras trato de ignorar los casi cuarenta grados que marca el termómetro y la humedad que me deja el cuerpo pegajoso, los restos de arena que encuentro en mi bolso, en mi bañador, en mis sábanas. Como si el verano fuese un paréntesis, el tupido velo que corres cuando tu alma te pide a gritos un descanso, la película en pausa mientras vas corriendo al baño. A veces, me descubro sonriendo y eso, aunque no me haga encontrar la paz, sí me acerca un poco al camino. Si hubiese sido por mí —más bien por la persona que últimamente trata de llevar los mandos de mi conciencia— no habría salido de mi madriguera, de no ser porque en a...