Era ella feliz
Para unos, un nuevo día amanece. Para otros, en cambio, el sol se pone definitivamente en el horizonte, que se encuentra más cerca que nunca. El crepúsculo va tiñendo poco a poco de naranja el cielo, que se vuelve después de un intenso añil para dar paso a la negrura. Y ésta es infinita. La noche es larga, oscura y silenciosa, y el sueño, plácido y eterno. Es extraño al principio, pero después será cómodo. Feliz. Una felicidad distinta, también extraña, pero felicidad al fin y al cabo. Eso ella aún no lo sabe. No siente miedo, siempre ha sido una valiente luchadora, pero sí incertidumbre. Antes de que pueda darse cuenta, un ápice de luz se extiende a su alrededor y se pregunta qué pasará ahora. Y de repente, ahí está, nítido como en sus recuerdos, feliz de poder abrazarla por fin. Es un abrazo sincero, de amor, amor casi adolescente, que idolatra, que quema, que llena. De amor viejo pero intacto, puro como el albor que ahora les rodea a ambos. Ha sido el final de un largo capítulo, pe...