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Mostrando entradas de mayo, 2014

Luchar por tus sueños.

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La vida no es fácil. Pero eso no es una excusa para dejar de ser feliz, para dejar de luchar, para dejar de ser valiente. Levantarte por las mañanas con ánimo de empezar un nuevo día y volver a casa con la sensación de que has sido feliz, no es fácil. Pero es increíblemente placentero. No es fácil conseguir tu sueño, ni siquiera lo es perseguirlo. Pero eso tampoco es excusa para dejar de hacerlo. Ser feliz es el resultado. Tampoco fue fácil para Hillary y Tenzing llegar a la cima del Everest. Requirió un gran esfuerzo y dedicación, cansancio y sacrificio. Sangre, sudor y lágrimas. Y ni si quera eso les paró: el resultado fue seguro el mejor, mejor aún de lo que hubieran imaginado. La vida no es fácil. No es una película de Woody Allen, ni de Tim Burton, no podemos hacer magia como nos prometió J.K. Rowling, ni tampoco triunfar de un día para otro. No vas a despertarte un día y ser un triunfador. Lo que sí puedes es despertar un día y decirte a ti mismo: "Voy a tener éxito...

Le Cirque Ambulant

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La carpa ya estaba lista. Sus rayas rojas y blancas terminaban en el centro de la circunferencia, adornado por unos banderines ajados de color azul. Una musiquilla circense, suave como salida de una caja de música, ambientaba el interior. Allí, entre bastidores, payasos, equilibristas y acróbatas se preparaban, vistiéndose con los viejos ropajes y pintando sus caras.  Era la hora. Mikhe había aparecido en el centro del redondo escenario y ya presentaba la actuación del día, con tono jovial y una sonrisa que acompañaba en todo momento sus exagerados aspavientos: ¡Damas y caballeros, niños y niñas, vengan, vengan todos a Le Circ Ambulant! ¡Dejen sus problemas en la puerta, ya no los necesitarán! Aplausos y vítores. Algunos despistados, atraídos por el jaleo, acudían para ocupar un asiento. Aún así, el público no era demasiado numeroso. Primero fue el turno de los payasos. Arrancaron decenas de carcajadas y caras sonrientes. Después, los acróbatas, consiguiendo expresi...

Pequeño ukelele amarillo mostaza

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Tumbada sobre la hierba, de un verde intenso que brillaba bajo el sol cálido, punteaba distraída las cuerdas de su pequeño ukelele amarillo mostaza. Olía a primavera y por el cielo volaban pequeñas bolas blancas que caían de los chopos, queriendo imitar a la nieve. El sol bañaba su cara pecosa y lamía la piel de sus brazos desnudos. Sonaba una melodía lenta pero alegre, mientras, con los ojos cerrados, tarareaba algo. Se sentía afortunada. Todo lo que la rodeaba parecía perfecto. El campo, el cielo, el silencio roto solamente por las cuerdas del pequeño ukelele amarillo mostaza. La vida. Era afortunada y era feliz. Pensando en su vida y cómo había cambiado en los últimos tiempos se le dibujó una amplia sonrisa, sin poder contener una suave risita que se escapó volando entre sus dientes. Nunca habría imaginado que sería así, tampoco había soñado con sentirse de esa manera, ni si quiera con algo parecido. Se sentía tan feliz, tan llena de energía, con un futuro incierto pero apasionan...